7.- OTROS ESTUDIOS

      El físico norteamericano Edgar Cayce, y Rudolf Steiner, filósofo alemán fundador de la Escuela Antroposófica, pensaban que "tonos puros" serían utilizados para la sanación a finales del siglo XX. Asimismo Nostradamus predijo la curación del cáncer también mediante un "tono puro" en 1998.

      El doctor Gaynor, director del Departamento de Medicina Oncológica e Integrativa del centro Strangh-Cornell para la prevención del cáncer de Nueva York, ha utilizado con éxito el sonido de los cuencos de cuarzo y otras técnicas sonoras en cientos de pacientes.

      Tal como ya los antiguos parecían saber, todo en el universo está en un estado de vibración. La resonancia es la frecuencia en la que un objeto vibra más naturalmente. Tal como describe Jonathan Goldman en su libro Sonidos que sanan, "por medio de la resonancia es posible que las vibraciones de un cuerpo alcancen a otro y lo pongan en movimiento. Esto puede observarse fácilmente, por ejemplo, cuando un cantante rompe una copa con su voz. Lo que ocurre es que la voz del cantante puede igualar la frecuencia de resonancia del cristal, provocando así su vibración."

      Otro aspecto fundamental a tener en cuenta es que "el sonido es una onda portadora de conciencia". Dependiendo de dónde esté situada la conciencia del individuo cuando crea un sonido, éste llevará información de ese estado a la persona que lo reciba. De donde se desprende una ecuación básica para la aplicación terapéutica del sonido:

"FRECUENCIA (Sonido) + INTENCIÓN = SANACIÓN"

      Cada célula y cada órgano del cuerpo está continuamente vibrando a una determinada frecuencia. Cuando un órgano está sano su frecuencia vibratoria está en armonía con el resto del cuerpo. Cuando esta frecuencia se altera, se rompe esta armonía y aparece lo que conocemos como enfermedad. Por el principio de resonancia es posible modificar estas frecuencias alteradas a través de la transmisión de otras frecuencias. Esto es lo que convierte al sonido en un proceso terapéutico capaz de abrir la puerta al equilibrio físico, emocional, mental y espiritual.

      Se sabe, además, que el sonido afecta a los distintos ritmos del cuerpo: craneosacral, cardíaco y respiratorio. Este principio físico consiste en que el ritmo vibratorio de un objeto se adapte al ritmo vibratorio de otro. En la vida cotidiana lo podemos observar, por ejemplo, al juntar dos relojes de pared cuyos péndulos no oscilan a la par y por sí solos acaban por sincronizar su movimiento.

      Un ejemplo de la aplicación práctica de este principio es el trabajo del Dr. Peter Guy, osteópata británico que ha utilizado ondas sonoras audibles para estimular los sistemas biológicos, incluido el sistema inmunitario, con el fin de conseguir en una célula u órgano un estado cercano al ideal. Guy ve la enfermedad como "una interrupción de las relaciones moleculares armoniosas de los órganos". Utiliza lo que se conoce como terapia cimática para propiciar un estado de equilibrio químico y homeostático, es decir, para ayudar al cuerpo a curarse a sí mismo.

      La terapia cimática fue introducida en Estados Unidos hace treinta años y se ha utilizado para tratar el reumatismo, la parálisis, los desgarros musculares, la artritis, la fractura de huesos y otras afecciones.

      Se espera también poder utilizarla en el trasplante de órganos, ayudando a crear una buena resonancia entre el órgano trasplantado y el receptor.

      EL Dr. J. Thompson, del Instituto de Investigaciones Neuroacústicas de California, ha conseguido resultados excelentes en el tratamiento de la dislexia, desórdenes en la falta de concentración y dificultades de aprendizaje. En sus intervenciones con sonido ha podido alterar las ondas cerebrales en gamas de frecuencia alfa y zeta, que son las ondas que emite el cerebro en profundos estados de relajación y meditación, creando una mayor receptividad para la curación. Se ha comprobado que en estos estados se experimentan aumentos estadísticamente significativos de los linfocitos T, responsables del sistema inmunitario.

      Fabien Maman, músico y bioenergético francés, con la ayuda de la bióloga Helene Grimaud descubrió que las células de la sangre sometidas a determinadas frecuencias sonoras alteraban su color y su forma según la frecuencia (nota) empleada. Aplicando determinadas frecuencias, diferentes para cada individuo, sobre células cancerígenas éstas tendían a desintegrarse. En su libro The Role of Music in the twenty-first century, Maman incluye fotografías fascinantes que ilustran gráficamente las reacciones de las células. El propio Maman dice: "Este hallazgo pone de manifiesto que la vibración del sonido desempeña un papel determinante en la transformación de la estructura celular, ya que actúa directamente en el ámbito más sutil del organismo humano."

      Basándose en estos descubrimientos, Maman experimentó con dos pacientes de cáncer de mama que usaron el sonido de su propia voz tres horas y media al día durante un mes seguido. A una de ellas el tumor le desapareció. La otra se sometió a una operación para extirparlo, y cuando abrieron se dieron cuenta "de que se había reducido y que estaba completamente seco". La paciente se recuperó del todo después de la operación. No cabe duda de que en el experimento de Maman la intención de las pacientes, involucradas en su propio proceso de curación, dio conciencia y por lo tanto un mayor poder a las frecuencias emitidas por su propia voz.

      Actualmente la medicina convencional utiliza los ultrasonidos como una importante herramienta terapéutica y de diagnóstico. Poco a poco se está produciendo una unión entre la sabiduría antigua y los modernos descubrimientos de la ciencia.

      El Dr. Gaynor señala que "el sonido influye en el proceso de curación de varias maneras: altera las funciones celulares mediante efectos energéticos; hace que los sistemas biológicos funcionen con más homeostasis; calma la mente y con ello el cuerpo; y tiene efectos emocionales que influyen en los neurotransmisores y los neuropéptidos, que a su vez ayudarán a regular el sistema inmunitario, el sanador que llevamos dentro".
 

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