Análisis Y Revisión De Los Estudios Epidemiológicos

 

                     I.      Estudios epidemiológicos

 

La valoración de los posibles efectos de los CEM sobre la salud humana se puede llevar a cabo mediante la realización de amplios estudios epidemiológicos, bien desarrollados metodológicamente y con resultados que tienen que ser reproducibles. Estas consideraciones se aplican a la evaluación de todo tipo de riesgos, pero son especialmente importantes en el caso de los CEM de muy baja frecuencia y de radiofrecuencias, ya que la evidencia experimental indica que los posibles efectos adversos sobre la salud, si existen, deben ser sutiles y difíciles de identificar.

 

                      II.      CEM de muy baja frecuencia (50Hz)

 

El primer estudio asociando los campos electromagnéticos de muy baja frecuencia con la leucemia en niños se realizó en Denver, EE.UU.,  en 1979 (Wertheimer y Leeper 1979). Estos autores realizaron un estudio caso-control  en el que se asoció la proximidad de la residencia a cables de alta tensión con la aparición de leucemia. En este trabajo se observó que los niños considerados altamente expuestos tenían dos veces más riesgo de desarrollar leucemia que niños menos expuestos [RR= 2,3 (IC95% 1,3-3,9)]. Para estimar la exposición se valoró la distancia entre las casas y los cables eléctricos, teniendo en cuenta el tipo de cables (alta tensión, media etc.). Este tipo de evaluación se llamó código de cables (wire-code) y se ha utilizado en estudios posteriores.

 

En los últimos 20 años se han realizado multitud de estudios sobre CEM de muy baja frecuencia y su asociación con diferentes enfermedades (leucemia, cáncer de cerebro, cáncer de mama, cáncer de testículos, enfermedades neurológicas), en diferentes poblaciones (niños y adultos), diferentes ambientes de exposición (residenciales y ocupacionales) y utilizando diferentes diseños (estudios de correlación simple, estudios de registros de mortalidad o de incidencia del cáncer, estudios de tipo caso-control y de cohorte.

 

                 III.      Estudios de correlación.

 

 En un principio se evaluó la evolución de la incidencia de leucemia y otros tumores en el tiempo y se comparó con los cambios en el consumo de energía eléctrica. La hipótesis era que, si los CEM causasen leucemia en niños, la incidencia de esta enfermedad aumentaría conforme aumentaba el consumo de energía eléctrica de las comunidades en que vivían. Aunque la incidencia de leucemia y de tumores cerebrales en niños se ha incrementado levemente durante los últimos 20-30 años en varios países industrializados, este aumento es mucho menor que el correspondiente al consumo eléctrico. Este tipo de comparación es, sin embargo, poco informativa. Primero, porque no  evalúa la exposición real de la población a los CEM. El simple aumento en el consumo no significa necesariamente un aumento paralelo en la exposición a los CEM, dados los cambios en las formas de distribuir la corriente eléctrica, el alumbrado de los edificios y la fabricación de los aparatos eléctricos. En segundo lugar, este tipo de correlaciones son válidas solamente si el agente evaluado es un factor principal de riesgo para la enfermedad estudiada, tal como ocurre en el caso del tabaco como agente causante de cáncer de pulmón.

 

                 IV.      Estudios ocupacionales.

 

Se han evaluado multitud de datos de registros de mortalidad e incidencia de enfermedades en trabajadores en ocupaciones industriales con exposición alta a CEM, como los soldadores, algunos trabajadores de compañías eléctricas, etc. Son numerosos los estudios publicados con resultados poco consistentes, aunque en su conjunto indican un pequeño aumento del riesgo de padecer leucemia. En un meta-análisis de 38 estudios (Kheifets at el. 1997) se encontró un riesgo de 1,2 (95% IC 1,1-1,3) para leucemia y 1,2 (95% IC 1,1-1,3) para cáncer de cerebro.  Algunos de estos estudios incluyen miles de trabajadores, como por ejemplo el estudio sobre 13.800 trabajadores (Savitz y Loomis 1995) de empresas eléctricas en EE.UU. en el cual no se encontraron evidencias de una asociación con la leucemia, aunque los resultados “.. sí sugieren que hay una relación con el cáncer de cerebro”. En otro estudio de 223.292 trabajadores de compañías eléctricas en Francia y Canadá (Theriault y col. 1994) se evaluaron 29 tipos de neoplasias y se encontró un aumento del riesgo en un tipo de leucemia (mielocítica aguda) y un tipo poco frecuente de cáncer de cerebro (astrocitoma).

 

Aparte de la leucemia y el cáncer de cerebro, la exposición a CEM se ha asociado también con la incidencia de cáncer de mama en mujeres y hombres. En algunos estudios se ha encontrado un aumento del riesgo (Pollan, 2001), pero en pocas ocasiones se evaluaron conjuntamente otros factores de riesgo conocidos que podían afectar los resultados. La ausencia de este análisis invalida las conclusiones de este tipo de estudios. El interés sobre el cáncer de mama se basa en estudios de laboratorio citados anteriormente, en los que se encontró una asociación entre exposiciones a CEM y niveles reducidos de la hormona melatonina, cuya carencia se cree que podría estar implicada en la etiología del cáncer de mama. En general los estudios en trabajadores son de difícil interpretación, especialmente cuando se evalúa un aumento del riesgo ligero, porque los trabajadores están expuestos a multitud de otros agentes además de los CEM. Aunque en algunos estudios se encontró un aumento del riesgo de cáncer, en su conjunto los resultados son poco consistentes y raramente se ha encontrado una relación dosis respuesta.

 

                    V.      Estudios de exposición residencial en adultos.

 

 Se estudió la exposición debida a la presencia de cables de conducción eléctrica, así como la procedente de aparatos eléctricos de uso doméstico. Varios estudios epidemiológicos de tipo caso-control han llevado a cabo evaluaciones precisas de la exposición. Estos estudios se enfocaron sobre la leucemia y el cáncer de cerebro. Aunque algunos de dichos estudios encontraron una asociación positiva, en su conjunto, los resultados no son consistentes.

 

                 VI.      Estudios sobre leucemia en niños.

 

 Las evidencias más claras sobre un posible efecto y los estudios más elaborados se refieren a leucemia en niños . Se han publicado 21 estudios (tabla 1), en EE.UU (5), Canadá (2), Suecia (2), Dinamarca, Reino Unido (3), Grecia, Australia, Taiwan, Nueva Zelanda, Noruega, Finlandia, Alemania y Méjico. Los métodos utilizados para la evaluación de la exposición son distintos. En principio se utilizaron los códigos de cables, y estudios posteriores utilizaron medidas extensas de CEM en las casas actuales y anteriores de los niños. La estimación del riesgo asociado a leucemia es variable. Pocos estudios encuentran resultados estadísticamente significativos (indicando que los resultados no se han producido por el azar), y pocos evaluaron y encontraron una relación dosis-respuesta; entendida esta relación como la tendencia a aumentar la probabilidad de desarrollar la enfermedad cuando aumenta la exposición. Sin embargo, la mayoría de los trabajos encontraron riesgos incrementados (riesgo relativo mayor que 1). Un riesgo relativo de 1,5 significa un aumento del riesgo entre los expuestos de 50%). Uno de los estudios más amplios y exhaustivos es el realizado por el  Instituto Nacional del Cáncer de los EE.UU. (Linet,1997).

 

Riesgos relativos


 

 


Resultados de 21 estudios que han evaluado la asociación entre exposición a CEM de frecuencia muy baja (FEB) y el riesgo de leucemia en niños.

 

 

En 1999 se publicó un estudio caso-control realizado en Gran Bretaña (UK Childhood Cancer Study Investigators) sobre 3838 casos y 7629 controles. Los autores concluían que no existe evidencia de que la exposición a campos magnéticos procedentes del suministro de energía eléctrica incremente el riesgo de leucemias, cánceres de sistema nervioso central o cualquier otro tipo de cáncer en niños.

 

En el año 2000 se publicaron dos análisis independientes (Ahlbom y col., 2000; Greenland y col., 2000) en los cuales se evaluaron conjuntamente diversos estudios publicados con anterioridad (Tabla 2). En el trabajo de Ahlbom y col. se re-analizaron los datos de 9 estudios (3203 niños con leucemia, 10338 controles), mientras en el meta-analisis de Greenland y col. se analizaron los datos de 15 estudios. Ambos trabajos encontraron un aumento del riesgo del orden del 70%-100% en la categoría de sujetos con los más altos niveles de exposición, que corresponde en el estudio de Ahlbom a niños expuestos a niveles medios superiores a 0,4 microTeslas, y en el estudio de Greenland, a niveles de 0,3 microTeslas o superiores . En exposiciones más bajas no encontraron ningún incremento de riesgo para leucemia.

 

 

 

Aunque en ambos análisis se incluyeron miles de niños, en las categorías de alta exposición se incluye solamente un porcentaje muy bajo, que en el caso del estudio de Ahlbom suponía aproximadamente el 1% de la población. En conclusión, estos dos trabajos que resumen los resultados de los diversos estudios epidemiológicos en niños, revelan indicios de un posible aumento del riesgo en niños altamente expuestos. Los dos análisis indican claramente que algunas de las discrepancias entre los resultados de estudios individuales que utilizaron cálculos basados en códigos de cables, y los que emplearon mediciones reales de exposición, estaban sobrevaloradas.  Los autores de uno de los estudios concluyen: “En resumen, en el 99,2% de los niños estudiados, que residen en casas con niveles de exposición menores a 0,4 microTeslas no se encontraron incrementos en el riesgo de desarrollar leucemia, mientras que el 0,8% de los niños, con exposición mayor a 0,4 microTeslas, presentaron un índice de riesgo duplicado, que es improbable que se deba al azar. Las causas de este aumento son desconocidas, aunque el sesgo de selección podría explicar parte del incremento.”. Los autores del otro estudio concluyen: “Nuestros resultados .. indican que los efectos apreciables de los campos magnéticos, si existen, están concentrados en exposiciones relativamente altas y no comunes, y que son necesarios estudios en poblaciones altamente expuestas para determinar la asociación entre campos electromagnéticos y leucemia en niños”.

 

 

 

 

 

              VII.      Estudios de acumulación de casos (clusters)

 

Es frecuente en salud pública la aparición de acúmulos de casos de una misma enfermedad en una zona determinada. El nombre técnico para estas acumulaciones de casos de una enfermedad es "clusters", y hace referencia a un elevado número de casos dentro de unos límites de tiempo y espacio definidos. La metodología para abordar el estudio de clusters está bien establecida, existiendo incluso guías de referencia elaboradas por centros de reconocido prestigio como el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (CDC). Generalmente, la magnitud de los cluster no es lo suficientemente grande como para excluir fácilmente el azar de entre sus causas. La identificación de un cluster es un problema frecuente en salud pública, y la leucemia es una de las enfermedades que tienden a producir clusters. La investigación de este tipo de problemas es muy compleja; pocas veces se llega a confirmar que un presunto cluster lo es en realidad, y raras veces se consigue determinar las causas. Aunque es poco probable que evaluaciones futuras de posibles clusters de leucemia en las proximidades de cables de alta tensión puedan llegar a probar una asociación causal, es importante que se facilite la realización de estudios de incidencia y mortalidad en poblaciones residentes en estos lugares como mecanismo de monitorización. La consideración de que una asociación es causal la mayor parte de las veces es consecuencia de un acumulo de hallazgos y nunca de los resultados de un único estudio.

 

           VIII.      Estudios epidemiológicos sobre exposición a CEM de radiofrecuencias

 

El incremento registrado en el uso de los teléfonos móviles y de las nuevas tecnologías de telecomunicación por radiofrecuencias y microondas, exige una evaluación científica de los posibles efectos de estos CEM sobre la salud humana. Algunos sectores sociales demandan una información objetiva que garantice el uso seguro de dichas tecnologías.

 

                  IX.      Estudios sobre personas que utilizan teléfonos móviles

 

EPIDEMIOLOGÍA DEL CÁNCER Y OTRAS ENFERMEDADES SEVERAS:

 

Se han realizado escasos estudios sobre la asociación del uso de teléfonos móviles y la morbilidad (la aparición de enfermedades) o la mortalidad. No existe ningún estudio epidemiológico sobre los efectos de la exposición a CEM de las estaciones base.

 

Un estudio de cohortes evaluó la mortalidad de los clientes de una de las operadoras más importantes de los Estados Unidos (Rothman y col., 1996). Se evaluó la mortalidad durante un año de aproximadamente 250.000 usuarios. No se encontró ningún aumento del riesgo. Las conclusiones que se pueden deducir de este estudio son limitadas, dado el breve seguimiento de esta cohorte (un año).

 

En un estudio caso-control en Suecia sobre cáncer de cerebro y uso de teléfonos móviles (Hardell y col., 1999) no se encontró una asociación, incluso en personas que hacían un uso relativamente frecuente de los teléfonos móviles. Se encontró sin embargo una asociación que no era estadísticamente significativa, entre la aparición de tumores en las zonas (lóbulos) temporales y occipitales del cerebro y la utilización del teléfono en la misma zona. La interpretación de los resultados de este estudio no es fácil porque la metodología aplicada no era óptima y, al igual que en el trabajo de Rothman citado en el párrafo anterior, no se han podido analizar efectos que pudieran expresarse 10 años después del inicio de las exposiciones, dado que el uso de los teléfonos móviles es reciente.

 

Recientemente, se han publicado los resultados de dos estudios amplios sobre utilización de teléfonos móviles y cáncer de cerebro en adultos. En el primer estudio (Muscat y col., 2000) se evaluaron un total de 469 personas de edades entre 18 y 80 años con tumores primarios del cerebro y 422 controles sin dicha enfermedad. La mediana del uso mensual era 2,5 horas para los casos y 2,2 para los controles. En comparación con personas que no habían utilizado nunca un teléfono móvil, el riesgo relativo asociado con un uso regular en el pasado o en el presente era 0,85 (IC95% 0,6-1,2). El riesgo relativo para los que utilizaban frecuentemente (>10,1 h/mes) era 0,7 (IC95%  0,3-1,4). Los riesgos relativos eran menores que 1,0 para todos los tipos histológicos del cáncer de cerebro, excepto para los neuroepiteliomas, un tipo de cánceres muy poco frecuente (riesgo relativo, 2.1; 95% CI, 0.9-4.7). Los autores concluyen que “ ...el uso de teléfonos móviles no está asociado con un riesgo del cáncer de cerebro, pero futuros estudios deberán evaluar periodos de exposición y/o latencia más largos…”.

 

En el segundo estudio (Inskip y col., 2001) se evaluaron 782 pacientes con cáncer de cerebro y 799 controles (pacientes de los mismos hospitales sin enfermedades tumorales). Comparados con personas que nunca o muy pocas veces utilizaron un teléfono móvil, los que lo habían utilizado durante más de 1000 horas en su vida presentaban riesgos relativos de 0,9 para los gliomas (IC95% 0,5 – 1,6), 0,7 para meningiomas (IC95% 0,3 – 1,7), 1,4 para neuromas acústicos (IC95% 0,6 – 3,5), y 1,0 para todos los tipos de tumores cerebrales combinados (IC95% 0,6 – 1,5). No se encontraron evidencias de que los riesgos fueran más altos en personas que utilizaban teléfonos móviles durante 60 o más minutos al día o regularmente durante 5 o más años (Tabla 3). Los autores concluyen que “...estos resultados no avalan la hipótesis de que el uso de teléfonos móviles causa cáncer del cerebro, pero los datos no son suficientes para evaluar el riesgo en personas que los utilizan con frecuencia y durante muchos años, ni para evaluar periodos de latencia largos…”

 

 

 


 


EPIDEMIOLOGÍA DE OTRAS ENFERMEDADES EN USUARIOS DE TELÉFONOS MÓVILES

 

En un amplio estudio transversal llevado a cabo en Suecia y Noruega se evaluaron los síntomas autodeclarados en un cuestionario enviado por correo a 11.000 usuarios de teléfonos móviles (Mild y col., 1998). Un 13% de los participantes Suecos y un 30% de los Noruegos indicaron  que tenían al menos un síntoma como cansancio, dolor de cabeza, calor alrededor de la oreja, que ellos mismos atribuyeron a la utilización de teléfonos móviles. Sin embargo, dado los métodos utilizados en este estudio y en otro similar en Australia es muy difícil atribuir estos síntomas a los CEM de RF.   

 

                    X.      Estudios sobre personas que habitan residencias cercanas a antenas repetidoras de radio y televisión.

 

Los posibles efectos para la salud de la exposición a CEM de RF en trabajadores y en personas que viven cerca de otros tipos de antenas, como las de retransmisión de TV, han sido evaluados en varios estudios epidemiológicos, particularmente en relación con linfomas, leucemia, cáncer de cerebro y cáncer de mama. Existen varias revisiones publicadas sobre dichos estudios (Elwood, 1999; Moulder y col., 1999; IEGMB, 2000). Ninguno de estos estudios evalúa la exposición a CEM emitidos por teléfonos móviles o estaciones base. La mayoría de dichos estudios tiene problemas importantes metodológicos que limitan su utilidad en la evaluación de potenciales efectos adversos y, en todo caso, proporcionan solamente evidencias indirectas sobre los posibles riesgos de la telefonía móvil.

 

     XI. Conclusiones de los estudios epidemiológicos en sujetos expuestos a RF

 

El único efecto nocivo asociado claramente con la utilización de teléfonos móviles consiste en un incremento significativo en el riesgo de sufrir accidentes de trafico durante el uso de estos equipos. No existen hoy día datos epidemiológicos consistentes que proporcionen indicios de que la exposición a CEM de un amplio rango de RF esté asociada al riesgo de desarrollar algún tipo de cáncer. Sin embargo, muchos de los estudios realizados hasta el presente son poco informativos y con potencia limitada para identificar efectos leves. Por esta razón, resulta imperativo ampliar las investigaciones sobre los potenciales efectos a largo plazo o crónicos derivados de una exposición intensa o prolongada a este tipo de CEM no ionizantes.