Análisis Y
Revisión De Los Estudios Epidemiológicos
Riesgos relativos
Resultados de 21 estudios que han evaluado la asociación
entre exposición a CEM de frecuencia muy baja (FEB) y el riesgo de leucemia en
niños.
En 1999 se publicó un estudio caso-control
realizado en Gran Bretaña (UK Childhood Cancer Study Investigators) sobre 3838
casos y 7629 controles. Los autores concluían que no existe evidencia de que la
exposición a campos magnéticos procedentes del suministro de energía eléctrica
incremente el riesgo de leucemias, cánceres de sistema nervioso central o
cualquier otro tipo de cáncer en niños.
En el año 2000 se publicaron dos análisis
independientes (Ahlbom y col., 2000; Greenland y col., 2000) en los cuales se
evaluaron conjuntamente diversos estudios publicados con anterioridad (Tabla
2). En el trabajo de Ahlbom y col. se re-analizaron los datos de 9 estudios
(3203 niños con leucemia, 10338 controles), mientras en el meta-analisis de
Greenland y col. se analizaron los datos de 15 estudios. Ambos trabajos
encontraron un aumento del riesgo del orden del 70%-100% en la categoría de
sujetos con los más altos niveles de exposición, que corresponde en el estudio
de Ahlbom a niños expuestos a niveles medios superiores a 0,4 microTeslas, y en
el estudio de Greenland, a niveles de 0,3 microTeslas o superiores . En
exposiciones más bajas no encontraron ningún incremento de riesgo para
leucemia.
Aunque en ambos análisis se incluyeron miles de niños, en
las categorías de alta exposición se incluye solamente un porcentaje muy bajo,
que en el caso del estudio de Ahlbom suponía aproximadamente el 1% de la
población. En conclusión, estos dos trabajos que resumen los resultados de los
diversos estudios epidemiológicos en niños, revelan indicios de un posible
aumento del riesgo en niños altamente expuestos. Los dos análisis indican
claramente que algunas de las discrepancias entre los resultados de estudios
individuales que utilizaron cálculos basados en códigos de cables, y los que
emplearon mediciones reales de exposición, estaban sobrevaloradas. Los autores de uno de los estudios
concluyen: “En resumen, en el 99,2% de los niños estudiados, que residen en
casas con niveles de exposición menores a 0,4 microTeslas no se encontraron
incrementos en el riesgo de desarrollar leucemia, mientras que el 0,8% de los
niños, con exposición mayor a 0,4 microTeslas, presentaron un índice de riesgo
duplicado, que es improbable que se deba al azar. Las causas de este aumento
son desconocidas, aunque el sesgo de selección podría explicar parte del
incremento.”. Los autores del otro estudio concluyen: “Nuestros resultados ..
indican que los efectos apreciables de los campos magnéticos, si existen, están
concentrados en exposiciones relativamente altas y no comunes, y que son
necesarios estudios en poblaciones altamente expuestas para determinar la
asociación entre campos electromagnéticos y leucemia en niños”.
Es frecuente en salud pública la aparición
de acúmulos de casos de una misma enfermedad en una zona determinada. El nombre
técnico para estas acumulaciones de casos de una enfermedad es
"clusters", y hace referencia a un elevado número de casos dentro de
unos límites de tiempo y espacio definidos. La metodología para abordar el
estudio de clusters está bien establecida, existiendo incluso guías de
referencia elaboradas por centros de reconocido prestigio como el Centro de
Control de Enfermedades de Atlanta (CDC). Generalmente, la magnitud de los
cluster no es lo suficientemente grande como para excluir fácilmente el azar de
entre sus causas. La identificación de un cluster es un problema frecuente en
salud pública, y la leucemia es una de las enfermedades que tienden a producir
clusters. La investigación de este tipo de problemas es muy compleja; pocas
veces se llega a confirmar que un presunto cluster lo es en realidad, y raras
veces se consigue determinar las causas. Aunque es poco probable que
evaluaciones futuras de posibles clusters de leucemia en las proximidades de
cables de alta tensión puedan llegar a probar una asociación causal, es
importante que se facilite la realización de estudios de incidencia y
mortalidad en poblaciones residentes en estos lugares como mecanismo de
monitorización. La consideración de que una asociación es causal la mayor parte
de las veces es consecuencia de un acumulo de hallazgos y nunca de los resultados
de un único estudio.
El incremento registrado en el uso de los
teléfonos móviles y de las nuevas tecnologías de telecomunicación por
radiofrecuencias y microondas, exige una evaluación científica de los posibles
efectos de estos CEM sobre la salud humana. Algunos sectores sociales demandan
una información objetiva que garantice el uso seguro de dichas tecnologías.
EPIDEMIOLOGÍA DEL
CÁNCER Y OTRAS ENFERMEDADES SEVERAS:
Se han realizado escasos estudios sobre la
asociación del uso de teléfonos móviles y la morbilidad (la aparición de
enfermedades) o la mortalidad. No existe ningún estudio epidemiológico sobre
los efectos de la exposición a CEM de las estaciones base.
Un estudio de cohortes evaluó la mortalidad
de los clientes de una de las operadoras más importantes de los Estados Unidos
(Rothman y col., 1996). Se evaluó la mortalidad durante un año de
aproximadamente 250.000 usuarios. No se encontró ningún aumento del riesgo. Las
conclusiones que se pueden deducir de este estudio son limitadas, dado el breve
seguimiento de esta cohorte (un año).
En un estudio caso-control en Suecia sobre
cáncer de cerebro y uso de teléfonos móviles (Hardell y col., 1999) no se
encontró una asociación, incluso en personas que hacían un uso relativamente
frecuente de los teléfonos móviles. Se encontró sin embargo una asociación que
no era estadísticamente significativa, entre la aparición de tumores en las
zonas (lóbulos) temporales y occipitales del cerebro y la utilización del
teléfono en la misma zona. La interpretación de los resultados de este estudio
no es fácil porque la metodología aplicada no era óptima y, al igual que en el trabajo
de Rothman citado en el párrafo anterior, no se han podido analizar efectos que
pudieran expresarse 10 años después del inicio de las exposiciones, dado que el
uso de los teléfonos móviles es reciente.
Recientemente, se han publicado los
resultados de dos estudios amplios sobre utilización de teléfonos móviles y
cáncer de cerebro en adultos. En el primer estudio (Muscat y col., 2000) se
evaluaron un total de 469 personas de edades entre 18 y 80 años con tumores
primarios del cerebro y 422 controles sin dicha enfermedad. La mediana del uso
mensual era 2,5 horas para los casos y 2,2 para los controles. En comparación
con personas que no habían utilizado nunca un teléfono móvil, el riesgo
relativo asociado con un uso regular en el pasado o en el presente era 0,85
(IC95% 0,6-1,2). El riesgo relativo para los que utilizaban frecuentemente
(>10,1 h/mes) era 0,7 (IC95%
0,3-1,4). Los riesgos relativos eran menores que 1,0 para todos los
tipos histológicos del cáncer de cerebro, excepto para los neuroepiteliomas, un
tipo de cánceres muy poco frecuente (riesgo relativo, 2.1; 95% CI, 0.9-4.7).
Los autores concluyen que “ ...el uso de teléfonos móviles no está asociado con
un riesgo del cáncer de cerebro, pero futuros estudios deberán evaluar periodos
de exposición y/o latencia más largos…”.
En el segundo estudio (Inskip y col., 2001) se evaluaron 782 pacientes con cáncer de cerebro y 799 controles (pacientes de los mismos hospitales sin enfermedades tumorales). Comparados con personas que nunca o muy pocas veces utilizaron un teléfono móvil, los que lo habían utilizado durante más de 1000 horas en su vida presentaban riesgos relativos de 0,9 para los gliomas (IC95% 0,5 – 1,6), 0,7 para meningiomas (IC95% 0,3 – 1,7), 1,4 para neuromas acústicos (IC95% 0,6 – 3,5), y 1,0 para todos los tipos de tumores cerebrales combinados (IC95% 0,6 – 1,5). No se encontraron evidencias de que los riesgos fueran más altos en personas que utilizaban teléfonos móviles durante 60 o más minutos al día o regularmente durante 5 o más años (Tabla 3). Los autores concluyen que “...estos resultados no avalan la hipótesis de que el uso de teléfonos móviles causa cáncer del cerebro, pero los datos no son suficientes para evaluar el riesgo en personas que los utilizan con frecuencia y durante muchos años, ni para evaluar periodos de latencia largos…”
EPIDEMIOLOGÍA DE OTRAS ENFERMEDADES EN USUARIOS DE
TELÉFONOS MÓVILES
En un amplio estudio transversal llevado a cabo en Suecia y Noruega se evaluaron los síntomas autodeclarados en un cuestionario enviado por correo a 11.000 usuarios de teléfonos móviles (Mild y col., 1998). Un 13% de los participantes Suecos y un 30% de los Noruegos indicaron que tenían al menos un síntoma como cansancio, dolor de cabeza, calor alrededor de la oreja, que ellos mismos atribuyeron a la utilización de teléfonos móviles. Sin embargo, dado los métodos utilizados en este estudio y en otro similar en Australia es muy difícil atribuir estos síntomas a los CEM de RF.
Los posibles efectos
para la salud de la exposición a CEM de RF en trabajadores y en personas que
viven cerca de otros tipos de antenas, como las de retransmisión de TV, han
sido evaluados en varios estudios epidemiológicos, particularmente en relación
con linfomas, leucemia, cáncer de cerebro y cáncer de mama. Existen varias
revisiones publicadas sobre dichos estudios (Elwood, 1999; Moulder y col., 1999;
IEGMB, 2000). Ninguno de estos estudios evalúa la exposición a CEM emitidos por
teléfonos móviles o estaciones base. La mayoría de dichos estudios tiene
problemas importantes metodológicos que limitan su utilidad en la evaluación de
potenciales efectos adversos y, en todo caso, proporcionan solamente evidencias
indirectas sobre los posibles riesgos de la telefonía móvil.
El único efecto nocivo asociado claramente con la utilización de teléfonos móviles consiste en un incremento significativo en el riesgo de sufrir accidentes de trafico durante el uso de estos equipos. No existen hoy día datos epidemiológicos consistentes que proporcionen indicios de que la exposición a CEM de un amplio rango de RF esté asociada al riesgo de desarrollar algún tipo de cáncer. Sin embargo, muchos de los estudios realizados hasta el presente son poco informativos y con potencia limitada para identificar efectos leves. Por esta razón, resulta imperativo ampliar las investigaciones sobre los potenciales efectos a largo plazo o crónicos derivados de una exposición intensa o prolongada a este tipo de CEM no ionizantes.