Existen
numerosas fuentes de ruido que pueden producir molestias y sobre las cuales
deben realizarse actuaciones concretas, a fin de disminuir el nivel sonoro a
límites aceptables. Esto constituye el control del ruido.
Los
límites de aceptabilidad suelen estar fijados por disposiciones legislativas
que se establecen por las diversas administraciones en el ámbito de su
competencia:
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Estatales: Normativa Básica de la Edificación
NBE-CD-88.
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Autonómicas: Leyes medioambientales.
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Locales: Ordenanzas sobre el ruido.
Cualquiera
que sea la problemática que se plantee, los factores a considerar para
controlar el ruido son:
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Origen del ruido
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Vía de transmisión
-
Receptor
La
experiencia demuestra que los sistemas de control del ruido son tanto más eficaces
si se procede a aplicarlos con la misma secuencia que se ha indicado.
Por
ello, el origen del ruido debe ser siempre el primer objetivo a analizar para
la resolución del problema.
Por
ejemplo: es imposible alcanzar una actuación adecuada sobre el ruido que
produce una máquina si no se ha previsto la colaboración de elementos antivibradores que limiten el ruido de origen sólido.
A
veces, la actuación sobre el origen del ruido es imposible, porque no es
exterior o porque está muy difundido en múltiples focos. En este caso deben
analizarse las vías de transmisión, p. ej. los ruidos del aire transmitido por conductos.
Sólo
en último caso debe recurrirse a la protección directa del receptor, ya que
ésta sólo es personal (protectores personales), colectiva (cabinas de
personal), dejando un ambiente ruidoso de gran extensión que puede afectar a
otros receptores.
Las
principales fuentes de ruido exterior a un edificio o industria son el tráfico
(automovilístico o ferroviario), otras industrias ruidosas, maquinaria de obras
públicas...
El
método más eficaz es el aislamiento acústico adecuado de todos los cerramientos
del edificio o industria. Esta solución puede ser a veces imposible por ser
abierta la industria o porque puede encarecer fuertemente el coste de
aislamiento acústico frente a ruidos elevados.
En la
mayor parte de los casos es eficaz la protección mediante pantallas acústicas,
que deben considerarse como acciones complementarias a otras de aislamiento, ya
que el nivel de protección alcanzado con las pantallas no suele ser elevado
(inferior a 20 dB).
El
cálculo de pantallas acústicas está basado en las teorías de difracción de Fresnel y en datos experimentales. (Valores aceptables
aproximados pueden obtenerse del gráfico de Maekawa)
En
dicho gráfico se observa que la atenuación acústica que ofrecen las barreras
depende del número adimensional N, que relaciona la diferencia del camino que
debe recorrer el sonido entre emisor (E) y receptor (R) antes y después de la
colocación de la barrera y la longitud de onda del sonido con las diversas frecuencias.
Como
es habitual en la acústica, las altas frecuencias son atenuadas más fácilmente
que las bajas frecuencias.
Cuando las pantallas acústicas son delgadas, la solución más adecuada es utilizar la aproximación de Kurze, donde:
para
valores de –0,2 N<26 (para diferentes valores de N, .L=0).
Todo lo anterior es válido siempre que la pantalla acústica tenga un aislamiento acústico propio de 10 dB superior al mayor valor esperado de atenuación como barrera. Se puede mejorar la atenuación de la pantalla mediante el incremento de la absorción acústica en la cara expuesta al ruido.
Los
valores del gráfico de Maekawa o la aproximación de Frunze corresponden a pantallas reflectantes, con muy bajo
coeficiente a en la
cara expuesta. Cuando se construyen pantallas con elementos absorbentes (lanas
de vidrio o roca), en la cara vista, el valor de la atenuación crece con el
aumento del coeficiente de absorción «a».
Algunos
ejemplos de este tipo de aislamiento: